viernes, 29 de octubre de 2010
jueves, 28 de octubre de 2010
Manifiesto de la Mujer Despeinada
Lo rico, engorda. Lo lindo sale caro. El sol que ilumina tu rostro arruga. Y lo realmente bueno de esta vida, despeina...
- Hacer el amor, despeina.
- Reírte a carcajadas, despeina.
- Viajar, volar, correr, meterte en el mar, despeina.
- Quitarte la ropa, despeina.
- Besar a la persona que amas, despeina.
- Jugar, despeina.
- Cantar hasta que te quedes sin aire, despeina.
- Bailar hasta que dudes si fue buena idea ponerte tacones altos esa noche, te deja el pelo irreconocible...
Así que como siempre cada vez que nos veamos yo voy a estar con el cabello despeinado.
Sin embargo, no tengas duda de que estaré pasando por el momento más feliz de mi vida. Es ley de vida: siempre va a estar más despeinada la persona que elija ir en el primer carrito de la montaña rusa, que la que elija no subirse.
Puede ser que me sienta tentada a ser una mujer impecable, peinada y planchadita por dentro y por fuera. El aviso clasificado de este mundo exige buena presencia: Péinate, ponte, sácate, cómprate, corre, adelgaza, come sano, camina derechita, ponte seria...
Lo único que realmente importa es que al mirarme al espejo, vea a la persona que debo ser. Por eso mi recomendación a todos:
Entrégate, Come rico, Besa, Abraza, Haz el amor, Baila, Enamórate, Relájate, Viaja, Salta, Acuéstate tarde, Levántate temprano, Corre, Vuela, Canta, Ponte guapa, Ponte cómoda, Admira el paisaje, Disfruta...
...y sobre todo, deja que la vida te despeine!!!!
Lo peor que puede pasarte es que, sonriendo frente al espejo, te tengas que volver a peinar.
(Este manifiesto lo recibí por email y lo senti tan representativo de mi filosofía, que lo convertí en mi propio manifiesto)
a la/s 12:12 p. m. 0 comentarios
miércoles, 20 de octubre de 2010
Vuelta a casa filosófica.
El hambre llama, y no está nada mal comer algo antes de volver a casa, pienso, entonces entro a uno de esos "restaurantes" sobrevalorados y sobremediatizados que todos conocemos muy bien, este estuvo en el ojo de los medios hace poco, por un loco escandaloso, ya usted sabe a que me refiero.
Miro con atención a los que están detrás del mesón, son tantos... pero hacen tan poco, los veo caminar en circulos chocando unos con otros en un lugar que evidentemente es muy pequeño para tanta gente. Curiosamente el pedido sale antes de que termine de pagar, parece que eso de que "las vueltas dejan" en este caso se aplica.
Al subir al comedor me fijo en la extraña costumbre de mis compatriotas, los que andan en grupo se sientan en mesones que dan a la pared, mesones destinados para gente que come sola, como castigada mirando al muro. Y los que andan solos se sientan en mesas para dos o cuatro personas. Curioso. Y doblemente curioso, porque yo hago lo mismo.
Me pregunto por qué alguien come solo, debería haber una ley que lo prohibiera, comer es una actividad intrínsicamente grupal, no se trata solo de engullir, sino de compartir, pero en estos restaurantes eso pierde sentido. Me imagino a alguien comiendo solo en el "Carvso" o en el "BordeRio" y es una imagen imposible, casi imposible.
La mujer de la mesa de al lado, que también come sola, me mira de reojo, al mirarla yo de vuelta corre la vista hacia otro lado, ¿Mirar a los ojos a alguien mientras come solo será una falta de respeto? Es como una invasión a la privacidad, a la privacidad del que come solo en un restaurante.
Noto que la mujer es tonta, si, soy una prejuiciosa, pero no puedo percibirla de otra manera, está comiendo ensalada de lechuga con pollo, no puede ser inteligente y venir al palacio de la hamburguesa a comer ensalada. ¿Por que no fue al Naturista o al Vegetariano que están a la vuelta? De verdad que engañarse de esa manera es de tontos, querer comer sano donde el pollo de la ensalada es frito es algo iluso. Se nota que es de las que pretenden mantener la línea.
Miro al otro lado y un estudiante secundario, solo también, come una de esas hamburguesas que ofertan como super gigantes, pero que todos sabemos que es igual que todas las demás, todos sabemos que solo achicaron el pan para que el pedazo de carne pareciera más grande, pero callamos, igual la compramos.
Yo, yo se que lo que estoy comiendo es una mierda, se que los tomates son trangénicos y que la carne es de dudosa procedencia, pero es tan rico... como disfruto el minuto y medio que me dura la hamburguesa... y en ese instante recuerdo una escena de Matrix, una donde el malo hace un discurso sobre como él está consciente de que es todo una mentira, pero es una mentira deliciosa, mientras come un bocado de filete. Divagaciones.
La mujer ya terminó de comer, pero sigue ahí, y yo me pregunto, ¿Por qué hacer sobremesa cuando se comió solo? Pero ella tiene un motivo, llama a un hotel preguntando si ya se desocupó la habitación que esperaba, le reclama al que le atiende porque lleva casi todo el dia esperando la habitación, pero le dan una mala noticia, no, no hay habitaciones hasta dos días más, la mujer pone cara de angustia, y a mi me conmueve. ¿Qué va a hacer en Santiago, una ciudad tremendamente hosti, dos días sin alojamiento. "Ya encontrará algo" me digo, para reprimir mis ganas de invitarla a quedarse a mi casa, este corazón de abuelita que tengo, que me juega malas pasadas, casi me gana esta vez. Corro la mirada y trato de pensar en otra cosa.
Noto que se ma acabó la comida y aun queda bebida, eso está mal, una comida bien planeada considera que el líquido dure exactamente lo que dura el plato, en fin, camino y dejo los restos de mi comida en el contenedor de basura. Encuentro asqueroso tener que enfrentarse a un basurero cuando uno acaba de terminar de comer, pero asi son las reglas de este lugar, mi novio en cambio siempre deja la bandeja sobre la misma mesa, se arregla y se va, pero para mi es imposible, pienso en el que vendrá despues de mi que quiera usar la mesa.
Entonces la bebida se vuelve un conflicto de vida o muerte, le queda al vaso, pero no quiero tomar más... lo pienso un segundo pero no concibo echar el vaso con bebida al contenedor, me imagino a la pobre señora de la limpieza tratando de arreglar el desastre de una bebida desparramada en el fondo del basurero y decido llevarmela mejor. Pero en la calle sigo en la misma reflexión, me es imposible deshacerme de la bebida en ningún basurero, al que le toque limpiar se va a encontrar con el desastre, ¡rayos! , por qué me habrán criado tan considerada con el resto, podría ser despreocupada e individualista y mi vida sería más sencilla, pero ¡ojo!, sería un robot como todos los demás en esta ciudad, ¡NO, ME NIEGO!, y de pronto la bebida se convierte en el objeto de mi revolución, un objeto que podría cambiar mi destino y decido que tendré que beberla toda y botar el envase vacío, no perjudicar a nadie y ser distinta de los demás habitantes de esta ciudad, y así con mi vaso revolucionario (y su logo dorado, emblema del capitalismo estampado por todos lados) camino orgullosa por estas calles atestadas de gente, que idiota.
Me detengo en el paradero y miro el vaso, ya vacío, y siento que mi estómago va a explotar, puedo deshacerme de él, pero mientras lo boto me pregunto si será desechable, quizá estoy contaminando, ¡rayos! , pero es tarde para hacer esa reflexión, viene la micro, me acuerdo de la mujer un segundo, lamento no haberla ayudado, pero es demasiado tarde y hay que correr y emprender otra lucha muy distinta, la lucha por lograr volver a casa.
a la/s 10:08 a. m. 0 comentarios