miércoles, 25 de agosto de 2010

Poner los pies en la tierra...

Es dificil mantener los pies sobre la tierra, no olvidar de donde venimos. Hay tantas distracciones en el camino que cuando llegamos a adultos olvidamos qué soñabamos llegar a ser cuando éramos niños, todo se vuelve una vorágine de logros, metas, gustos, plata, apariencias... uff, mil cosas.

Y en esta parte me acuerdo de la película Inception, que plantea la importancia de tener un tótem, un objeto que nos recuerde que estamos en la vida real y no soñando... creo que es justo necesario tener uno. No necesariamente debe ser un objeto, puede ser un lugar, una persona, una canción.

Yo carezco, en general en mi vida, de objetos simbólicos, mi total contrariedad a los ritualismos me lo ha impedido y rápidamente desecho elementos que otros han tratado de imponerme como símbolos de cosas intangibles.

A diferencia de los objetos hay dos cosas que en mi hacen el efecto del tótem, los lugares y la música. Los lugares representan momentos de mi vida, momentos importantes que reflejan el centro de lo que soy. Las canciones, por otro lado, las tengo muy profundamente asociadas a elementos de mi naturaleza primitiva, a mis impulsos y deseos, y son capaces, por si solas de inquietar mis convicciones e ideales, de desordenarlo todo allá adentro aunque lleve años dormido.

Y bueno, eso ocurrió ayer, tuve la posibilidad de estar en una presentación muy íntima de Manuel García y sus canciones, su música siempre he asociado con el clima, me da la sensación de que sus canciones pueden comenzar como una leve llovizna y terminar en un gran temporal de sonidos que envuelve y perturba, pero por sobre todo sus letras, en esta oportunidad me recordaron mis impulsos perdidos y lo envuelta que estoy por estas distracciones de las que hablaba al principio.

No es nada cómodo darse cuenta, una vez más, de lo débil que son nuestras convicciones, y de lo ligero de consciencia que nos volvemos a veces, pero es necesario hacerlo, escuchar un par de canciones de Manuel García y un par de Victor en un bus camino a Valparaíso.

Es emprender un viaje hacia el centro de uno mismo.

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